Sin lugar a dudas, uno de las primicias fundamentales por la cual le han apostado a los gobiernos que han transitado a la vida actual y contemporánea es ligar el ejercicio de la administración pública y el ejercicio político, junto con el factor determinante para el encausamiento del equilibrio de la vida en sociedad: la participación ciudadana.
Si bien es cierto que gracias a la eminente apertura de los medios de comunicacón, la difusión de la cultura y las nuevas perspectivas de la concepción social, todavía no tenemos por consiguiente, la gran fórmula aplicada sobre el conciente y correcto ejercicio participativo.
El anterior comentario que realiza mi compañera, es una reminiscencia de la definición correcta y la buena ejecución de la misma sobre lo que le conlleva al ciudadano el vivir en la sociedad, ya que implica una serie de elementos a seguir que en muchas de las veces se ven traducidos en cierta clase de obligaciones que debemos de tomar los que vivimos dentro de un entorno social para poder generar la satisfacción a tan siquiera la mayoría de las demandas que surgen cotidianamente, y que representan las deficiencias de un sistema político que no logra aminorar defectos en las fisuras de su estructura.
La clave, a mi parecer radica en que el ejercicio de la buena participación ciudadana, que es entendida en el sentido de emisión de críticas constructivas, la externalización de necesitades primigenias existentes, así como el tratar de fórmular estrategias de acción que permitan combatir las problemáticas presentadas a partir de propuestas amplias, razonables y accesibles, nos permitirá por consiguiente, el realizar actividades que generen canales de inclusión entre todos los miembros de la sociedad, en donde "el reconocimiento del otro" ( aquí está la palabra clave, tal y cómo lo establece el sociólogo Tardé) propicie que las personas se acerquen más a los conciudadanos que cohabitan en el mismo espacio temporal y físico. Si bien es cierto que todavía no existe una cultura arraigada sobre la participación ciudadana, cabe destacar que los acontecimientos actuales y las formas de manifestación cada vez más novedosas están permitiendo que mayor cantidad de personas encuentre el sentido de la participación ciudadana como el reconocimiento del otro dentro de una misma esfera en donde tienen que convivir y permitir que el ejercicio de la autoridad tenga cada vez mayor nitidez, calidad, eficiencia y eficacia para resolver las necesidades del entorno.
Si bien es cierto que gracias a la eminente apertura de los medios de comunicacón, la difusión de la cultura y las nuevas perspectivas de la concepción social, todavía no tenemos por consiguiente, la gran fórmula aplicada sobre el conciente y correcto ejercicio participativo.
El anterior comentario que realiza mi compañera, es una reminiscencia de la definición correcta y la buena ejecución de la misma sobre lo que le conlleva al ciudadano el vivir en la sociedad, ya que implica una serie de elementos a seguir que en muchas de las veces se ven traducidos en cierta clase de obligaciones que debemos de tomar los que vivimos dentro de un entorno social para poder generar la satisfacción a tan siquiera la mayoría de las demandas que surgen cotidianamente, y que representan las deficiencias de un sistema político que no logra aminorar defectos en las fisuras de su estructura.
La clave, a mi parecer radica en que el ejercicio de la buena participación ciudadana, que es entendida en el sentido de emisión de críticas constructivas, la externalización de necesitades primigenias existentes, así como el tratar de fórmular estrategias de acción que permitan combatir las problemáticas presentadas a partir de propuestas amplias, razonables y accesibles, nos permitirá por consiguiente, el realizar actividades que generen canales de inclusión entre todos los miembros de la sociedad, en donde "el reconocimiento del otro" ( aquí está la palabra clave, tal y cómo lo establece el sociólogo Tardé) propicie que las personas se acerquen más a los conciudadanos que cohabitan en el mismo espacio temporal y físico. Si bien es cierto que todavía no existe una cultura arraigada sobre la participación ciudadana, cabe destacar que los acontecimientos actuales y las formas de manifestación cada vez más novedosas están permitiendo que mayor cantidad de personas encuentre el sentido de la participación ciudadana como el reconocimiento del otro dentro de una misma esfera en donde tienen que convivir y permitir que el ejercicio de la autoridad tenga cada vez mayor nitidez, calidad, eficiencia y eficacia para resolver las necesidades del entorno.
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